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Lipo, el mono ballenero

Tipo de caché: Letterbox hibrido

Fecha de escondido: 22 de octubre de 2023

Descripción del geocaché:

Os vamos a contar la historia de Lipo, un macaco que vivió en este puerto de Malpica allá por el siglo XVIII. Se trataba de un simio que vino de Madagascar y que era capaz de avisar de la presencia de ballenas. Esta historia ha llegado hasta nuestros días, seguramente, con alguna que otra exageración y con algo de fábula, pero, por lo que sabemos, la mayor parte de esta historia es cierta.


Como toda buena historia de balleneros, ésta comienza con las aventuras de un pirata, en la costa norte de Madagascar. Todo empezó en la colonia Libertalia, en el año 1710. Aunque muchos dudan de su existencia, Libertalia fue una república pirata durante escasos 25 años entre los siglos XVII y XVIII. Fue fundada por el Capitán Pirata Bartolomé Misson y por un dominico llamado Caraccioli, del que poco se sabe. Entre el personal de confianza del Capitán Misson, se encontraba el joven grumete Asier Nasaburu de origen vasco.

El día que Asier cumplió 18 años, Misson ascendió a Asier a Capitán y le encargó esconder el gran tesoro que había amasado durante los últimos 25 años. Al enterarse todos los habitantes de Libertalia de la existencia de este gran tesoro, mataron al Capitán Misson y al dominico, pero Asier consiguió escapar con vida. Eso sí, el tesoro se quedó en Libertalia… Aunque se llevó una moneda de Libertalia como prueba de su existencia.

En su huída, Asier se hizo con un pequeño velero y una tripulación algo rara… En el momento de subir a la nave, había 4 tripulantes a bordo: el cocinero, el timonel, un artillero y, aunque parezca raro, un pequeño simio. Resultó ser una hembra de macaco, que se había escondido en la bodega del bergantín para dar a luz a su cría y que murió poco después por un accidente con un cartucho de dinamita, pero eso es otra historia…

Casualmente, los cuatro tripulantes humanos del velero, tenían orígenes vascos, con lo que decidieron volver a su tierra natal. Cuidaron de la cría de macaco como si fuera un miembro más de la tripulación, y le pusieron un nombre muy vasco: Lipo. El pequeño macaco se encargaba de subir por los mástiles para ver si había algún peligro y le enseñaron a tocar una campana cuando veía algo inusual. A Lipo le gustaban mucho las ballenas, con lo que, cada vez que veía alguna, bajaba rápidamente hasta el puesto del timonel, donde estaba la campana, y daba la alerta para que todos la vieran.

Tras casi dos meses de navegación, el velero, al que le habían cambiado el nombre y le habían puesto “El Temido”, por su bravura y por sus grandes velas rojas, hizo escala en un pequeño puerto de la costa gallega. Se trataba del puerto de Malpica, en el que, desde hacía más de 50 años, se había asentado un pequeño grupo de balleneros vascos.

En el propio puerto, había una taberna a la que iban todos los marineros de la zona. Se trataba del Mesón Olabarrieta, que recibía su nombre de su propietario, Xabier Olabarrieta Uribarri, un cocinero vasco que, tras muchos años en la mar, se asentó en Malpica, con su mujer y sus dos hijas. Por supuesto, el capitán Asier, con su variopinta tripulación, incluyendo al macaco Lipo, cenaron en la taberna y se alojaron en la posada que estaba justo encima de la taberna. Su intención era conseguir víveres y ampliar la tripulación, para continuar su travesía.

Pero, el joven Asier, se enamoró de Irati, una de las hijas del tabernero. Así que, cuando por fin decidieron continuar la travesía, Asier, junto con Lipo, se quedó en Malpica, con Irati. Lipo, se convirtió en uno de los personajes más importantes del puerto, ya que, dada su habilidad para trepar y su entrenamiento para avistar ballenas y avisar a la tripulación, le hicieron ser el encargado de avisar de la presencia de ballenas.

Instalaron una gran campana en el extremo del muelle, de la que hoy no queda ningún resto. Lipo subía por las rocas hasta el punto más alto del pueblo, en lo que los vascos llamaban Talaia (en gallego, Atalaia), ya que lo utilizaban de torre de vigilancia. Aunque los chicos de la zona subían y bajaban de la Talaia con bastante agilidad, Lipo lo hacía en cuestión de segundos… Así que Lipo se pasaba el tiempo en lo alto de la Talaia, observando el mar. Cada vez que veía una ballena, bajaba dando saltos hasta el puerto y corría hasta el final del muelle a tocar la campana con todas sus fuerzas.

Gracias a estos avisos, los cazadores de ballenas consiguieron que el puerto de Malpica se convirtiera en el principal puerto ballenero del norte de España.

Con el paso de los años, Lipo se convirtió en un macaco adulto y ya no era tan ágil como cuando era joven. Así que, la mayor parte del tiempo, lo pasaba en la Talaia, pero acompañado por Antxon, el hijo de Asier e Irati, que se había convertido en grumete de uno de los mayores barcos balleneros de Malpica. Cuando Lipo veía una ballena, avisaba a Antxon, que bajaba por las rocas hasta llegar a la campana y así avisaba a los balleneros.

Cuando Lipo se murió, con casi 30 años de edad, su amigo Antxon decidió dejar constancia de esta historia y escondió la moneda que su padre había traido de Libertalia, justo en el lugar donde se colocaba Lipo para observar las ballenas. Aunque, hoy en día no nos parece lo más acertado, Antxon dejó sus iniciales justo en el lugar donde dejó la moneda escondida.

Hoy en día, ya en el año 2023, en la zona se ha construido un mirador, al que se puede acceder por donde subía y bajaba Lipo, pero ahora hay unas escaleras que te llevan hasta allí, no hace falta hacer escalada. No queda rastro de la moneda, pero hemos dejado algo escondido en el mismo sitio. Además, siguen allí las iniciales de Antxon, con lo que no debería ser muy difícil de encontrar…

El letterbox

Se trata de una caja de tamaño pequeño, situado justo en el lugar que se colocaba Lipo para avistar a las ballenas. Antxon dejó sus iniciales grabadas en la ubicación exacta del caché…

El sello no es un elemento de intercambio, es parte del letterbox.