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El oro de Ourense

Tipo de caché: Letterbox

Fecha de escondido: 29 de febrero de 2020

Descripción del geocaché:

La historia que os vamos a contar llegó a nosotros, directamente, de los labios del último de los conservadores del tesoro de Ourense, Don Bernardino Couto. No sabemos si es cierta al 100%, pero nos dijo que, si a él le pasaba algo, hiciéramos pública la historia. Hace ya cuatro años que falleció y ahora, por fin nos atrevemos a contar su historia…

El oro de Ourense

Los orígenes

Esta historia se remonta a la época en la que los celtas poblaban estas tierras del interior de Galicia. En la zona que hoy conocemos como Oira, en aquellos tiempos, se encontraba el poco conocido Castro de Oira, donde había un pequeño asentamiento de no más de 300 personas. Dicho asentamiento se produjo en las inmediaciones de un importante yacimiento de oro.

Durante generaciones, los celtas explotaron dicho yacimiento. A día de hoy, podemos encontrar los restos del oro de los celtas en gran cantidad de museos en toda Galicia. Sin ir más lejos, en el Museo Arqueológico de Ourense.

La romanización

Aunque los celtas ofrecieron una gran resistencia a la ocupación romana, no fueron capaces de salvarse del sometimiento romano. Los romanos se asentaron en esta misma zona de las minas de oro y comenzaron una basta actividad de minería en otras zonas de la provincia para desviar la atención. Yacimientos como los de las Médulas no fueron más que una cortina de humo para poder explotar la mina de Oira sin ataques de otros pueblos.

Durante cientos de años, los romanos explotaron estas minas y se llevaron la mayoría del oro a Roma, con lo que consiguieron patrocinar sus conquistas a lo largo de todo el imperio romano.

Varios arqueólogos de la zona abalan estas teorías. En particular, podemos echarle un ojo a este artículo publicado en la prensa local en el año 2018:

Una mina de oro romana, el secreto mejor guardado del castro de Oira (PDF)

Según nos cuenta Bernardino, los romanos se llevaron casi todo el oro, pero dejaron en la ciudad a un grupo de personas encargadas de velar por el oro restante. No estamos seguros de la cantidad de oro que dejaron, pero, visto todo lo que se consiguió hacer con él, suponemos que fue bastante…

Desde los romanos hasta la época de Don Gregorio

Desde la dominación romana, Orense siguió creciendo, principalmente gracias al mecenazgo ejercido por la familia Couto. Se dice que un miembro de la familia descubrió el tesoro romano y lo escondió en el centro de la ciudad, muy cerca de su casa.

Viendo la gran miseria que había en la época, la familia Couto decidió utilizar el tesoro para darle vida a la ciudad. En los primeros momentos, simplemente utilizaron el oro para comprar comida y repartirla entre los habitantes de la ciudad, pero poco a poco se convitieron en los grandes impulsores de la cultura orensana.

En el año 1160 comenzaron la construcción de la catedral de San Martiño, en la zona en la que, hasta ese momento, se encontraba la casa familiar. En la catedral ordenaron construir el famoso Portico del Paraíso, que aún conserva parte del oro:

Con motivo de la construcción de la catedral, don Juan de Couto, decidió construir una solitaria casa al otro lado del río Barbaña. No muy lejos de su catedral, pero sí apartada de la ajetreada vida del centro de Ourense.

La zona elegida para esta nueva casa es lo que hoy conocemos como “La Plaza del Couto”, en el barrio del Couto. Ambos nombres se deben a las construcciones que hizo don Gregorio Couto, en torno a los años 1780-1800, para que el pueblo orensano creciera en esta zona. Se dice que don Gregorio utilizó prácticamente todo el oro en la construcción del barrio que hoy lleva su nombre.

Aunque, de niño, don Gregorio fue aprendiz de cantero, y ayudó a la construcción del barrio, su faceta más conocida fue la de escritor y dramaturgo. No se conserva ninguna de sus obras, a excepción del “Entremés de Bora”, una obra de teatro que retrata al entonces alcalde de Ourense y a un poder corrupto que acabaron echándolo de su magnífica casa construida por su antepasado don Juan. Por supuesto, en dicha obra se cambió el nombre del alcalde y de la ciudad, para no sufrir represalias por parte de las autoridades…

Cuando el barrio del Couto creció y le quitaron su casa para construir una plaza, don Gregorio se hizo una casa en la parte más alta del barrio. Una empinada cuesta unía su antigua casa (la actual plaza del Couto) y su nueva mansión. Corría el año 1830 y se rumorea que, llegado a este punto, el tesoro de los celtas se había acabado. Los últimos restos del tesoro los gastó en la construcción de la casa.

De Don Gregorio hasta la actualidad

Durante más de 150 años, la familia Couto vivió en esta mansión, hasta que, en el año 1984, se la expropiaron para la construcción de un instituto. En aquel momento, don Bernardino Couto era el único habitante de la mansión. No tenía hijos ni ningún familiar, así que decidió quedarse a vivir en una caseta de madera que había construido en su finca, antes de la expropiación. No disponía de grandes comodidades, pero era la finca en la que se había criado, a solo unos metros de la casa en la que siempre había vivido.

En el año 2002, don Bernardino, con 74 años, tuvo que abandonar su caseta de madera. En sus paredes aún cuelga un calendario de dicho año. Una grave enfermedad lo llevó al hospital y, de allí, los Servicios Sociales lo ingresaron en una residencia de ancianos, hasta que falleció en el año 2016. Antes de fallecer, nos contó esta historia y nos pidió que no cayera en el olvido. También nos dijo que había dejado algo en su caseta de madera para que la gente le recordara. ” Allí, escondido en el techo, bajo la uralita “, nos dijo. Y allí está, esperando que la gente lo visite…

El letterbox

Se trata de una caja de tamaño pequeño, situado justo donde lo dejó don Bernardino.

El sello no es un elemento de intercambio, es parte del letterbox.